Experiencia como familia en las Comunidades-Luz
Experiencia como familia en las Comunidades-Luz
Las Comunidades-Luz fueron formadas para experimentar la vida comunitaria bajo un bien común, donde se aprende a servir abnegadamente por un propósito mayor. Las familias que allí habitan, han comenzado a vivir un gran desafío que es trascender, poco a poco, la vida de familia humana para transformarse en familia Universal.
La historia presentada a continuación, pertenece una familia residente que tuvo la decisión de vivir en la Comunidad-Luz Fraternidad de Aurora. Viviana es ecuatoriana, William, australiano, y hace 13 años Emmanuel nacía en Ecuador, despertando en esa amorosa familia la necesidad de compartir el crecimiento de su hijo en una comunidad, así como hacen en los pueblos indígenas en que varios referentes contribuyen en su desarrollo y búsqueda interior.
Cuando salieron de Ecuador, William acompañaba con el corazón la decisión pero todavía no sentía el impulso interno tan intenso como Viviana. Sin embargo, hoy en día, percibe la increíble caminata junto a ellos y el crecimiento interno que se originó por amor a su familia.
Los comienzos nunca son “color de rosa”. Aunque el impulso de vivir otra experiencia era latente, el alejarse de la familia que vivía en Ecuador oprimía sus corazones. “La dificultad más grande no era un miedo, era la decisión de dejar lo que uno amaba en pos de un propósito interno con la incertidumbre de que no sabes con que te vas a enfrentar”, comenta Viviana. Sin embargo, eso no los detuvo de emigrar hacia otro horizonte. “La confianza y fe en Dios hace que uno también sepa que los seres que nos aman, cuando ven que algo es verdadero, que te hace desarrollar como ser y como alma, permite que acompañen ese caminar”, continúa la madre de Emmanuel. Y así fue. La familia ha acompañado, desde entonces, el trabajo interno y se ha adherido a este Proyecto de Amor participando de los eventos y consagraciones.
Luego de vivir una experiencia a largo plazo en la Comunidad-Luz Fraternidad de Aurora, los tres sintieron el impulso de la consagración como residentes. Viviana cuenta: “Para mí ese momento fue una celebración por poder ofrecerle a Dios, como familia, nuestra experiencia en ese caminar. Sentí una inmensa gratitud a Dios por permitirme vivir esa experiencia que los dos seres más cercanos a mí compartan esa profunda aspiración de servir a Dios”. En ese momento Emmanuel, al ser menor de edad, tuvo la consagración como residente aspirante, ya que recién en la mayoría de edad debe hacer sus propios votos, momento en que ya habrá recorrido un camino interno y puede tomar sus propias decisiones.
Los frutos del crecimiento de un niño en la Comunidad se observaron cuando Emmanuel, con 11 años, visitó por primera vez a su familia paterna en Australia. La familia de William se asombró de su madurez frente a ciertas situaciones, como su poco interés cuando le ofertaban comprarle cosas, respondiendo que ya tenía lo que necesitaba, y el amor y cuidado sincero al Reino Animal y no verlo solo como mascotas. Eso, y lo que reflejaba la familia con su comportamiento como ciudadanos-luz, despertó en los familiares australianos el interés de visitar las Comunidades-Luz. La madre de Emmanuel, actualmente él ya con 13 años, comenta: “Las comunidades nos enseñan que no está la felicidad en lo que tenemos materialmente. Con pocas cosas un niño puede vivir perfectamente feliz y es en el ejemplo que sus padres les dan en donde está el verdadero aprendizaje y lo que más necesitan”.
Después de 10 años, esta perseverante familia experimentó la vida en varias Comunidades-Luz. Todas ellas les enseñaron algo para aplicar en su núcleo familiar para despertar esa semilla latente de familia Universal: “Aquí uno aprende que vivir como familia dentro de la Comunidad nos da algo que el mundo generalmente no vive, que es el respeto por el desarrollo espiritual de cada uno. Uno se reconoce como individuo ante Dios y, como familia, nos vemos como compañeros de camino, que es más profundo que ser solo marido y mujer”. Viviana continúa: “Lo que a uno lo impulsa a seguir son esas pequeñas conquistas del día a día, ver un niño sin los temores que se viven en el mundo, que se desarrolla libre, rodeado de gente que desea su bien y en un espacio natural rodeado de los Reinos de la Naturaleza”. Y finaliza, con agradecimiento: “Los inicios no siempre son fáciles pero si uno pone en la balanza las dificultades y las inmensas Gracias que uno recibe,… no hay comparación”.