Historia de la escultura de María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad – Parte 1
Historia de la escultura de María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad – Parte 1
En la visita al Centro Mariano de Aurora, uno de los espacios más especiales para conocer es la Casa de Oración, que preserva la primera escultura de la faz de María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad, ambas obras pedidas por la Virgen María en Sus Apariciones al vidente Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús.
En el año 2008, Nuestra Madre Divina pidió la construcción de una casa simple en el lugar donde Ella apareció en la Comunidad Fraternidad por primera vez de forma reservada, y esta pequeña casa fue nombrada “Hogar de la Adoración”. Es allí donde se realizan la mayor parte de los ejercicios espirituales que se llevan a cabo en el Centro Mariano.
Durante su construcción, ocurrió un hecho que marcaría un antes y un después en la historia del Centro Mariano. En el año 2011, la Virgen María pidió que Sus Apariciones fueran públicas (anteriormente eran reservadas a los miembros del monasterio y residentes de la Comunidad) y, durante esos días, dio a conocer una de Sus aspiraciones: la construcción de la primera escultura que representara la faz con la que Ella se aparecía, la faz de la Madre de la Divina Concepción de la Trinidad.
“Vengo a pedirles que construyan, a través del símbolo de una escultura, a la Divina Concepción de la Trinidad, a imagen y semejanza de Dios. (…) Quiero anunciarles que Mi imagen no será un antiguo patrón, sino que será el símbolo de Mi resplandor que desciende de los Cielos hacia este lugar para consagrarlo.”
Virgen María, 18 de agosto de 2011
Así, comenzó un desafío que fue llevado a cabo en varias etapas.
En primer lugar, fue contactado el pintor que ya había pintado la delicada imagen de Nuestra Madre Divina según las descripciones de los videntes. Desde España, él acudió prontamente a las tierras de Aurora para ayudar a encontrar un escultor en Uruguay que pudiera realizar esta obra dedicada a la Divinidad. En Salto, ciudad muy cercana al Centro Mariano, un escultor muy devoto de María fue contactado y, a pesar de nunca haber hecho obras sacras, aceptó el desafío porque sentía en su interior que la obra era más que crear una imagen, era un llamado de la Virgen María.
Al no tener experiencia en esculpir estatuas, el pintor tuvo que realizar varias indagaciones para recrear el diseño de la imagen que sería usada como base para que se comenzara a esculpir.
Según el testimonio de los videntes, en agosto de 2007, la imagen traía consigo mucha simbología la cual debía ser cuidadosamente representada:
“La Virgen Santísima traía en Sus manos un rosario de 72 cuentas que, en su extremo, presentaba una cruz de plata con los cuatro lados iguales, símbolo de la Cruz de la Nueva Humanidad.
Vestía una túnica rosada y un manto verde, muy claros y casi transparentes, representando la cura espiritual, álmica e interna para todas las almas. Sus pies se posaban sobre una media luna y siete rosas. La luna representa el nacimiento de un nuevo tiempo y las rosas simbolizan la concreción de un nuevo ciclo planetario.
En Su cabeza había una corona de doce estrellas doradas y desde la tercera estrella, se veía la palabra “MIRNA HE” que significa “Divina Trinidad”.”
Mientras se realizaba la obra, algunos miembros de la Comunidad se acercaban todos los días para orar en el lugar donde se estaba esculpiendo la imagen y así, acompañado por la oración y amor que era colocada en la obra, el escultor consiguió modelar la escultura en arcilla en base al diseño, trabajo éste que realizó de forma simple y humilde en el garaje de su casa.
Una de las mayores dificultades que se encontraron fue recrear la espalda de la escultura. “De atrás no se sabía muy bien como era porque Ella siempre aparecía de frente. Por lo cual, la fueron creando a medida que se consultaba a los videntes”, comenta la hermana de la Orden Gracia Misericordia que estaba a cargo en ese momento de las obras del Centro Mariano.
Luego de 3 meses de trabajo, cuando estuvo terminada la escultura junto a la nube, la medialuna y las rosas que también formaban parte de Su faz, se realizó el molde para recrearla en un material más resistente.
La escultura blanca de yeso ya estaba lista para el próximo desafío: darle los colores de la faz con que Ella se había manifestado desde el 2007. El reto no era fácil, ¿cómo se iba a representar la delicadeza de Nuestra Virgen Purísima?
La pintura sobre yeso era difícil porque los colores cambiaban al aplicarlos, pero como los Planes de Dios son perfectos, una colaboradora colombiana que trabajaba como artista plástica y tenía experiencia en esta área llegó casualmente de visita a la Comunidad-Luz y, al ver la dificultad, se ofreció a ayudar a recrear los colores para darle rasgos sutiles, y como resultado, se consiguió ese brillo y pureza que permitían que la estatua cobrara vida y se transformara en la Madre del Redentor.
CONTINUARÁ